martes, 1 de abril de 2008

Marzo 11 de 2008 - Edicion 500 Revista Aló
Foto: Andrés Reina Luís Fernando Montoya.
Luís Fernando Montoya, como lo queríamos ver
Desde los nueve años comenzó a actuar: esa era su misión en la vida. Hoy se lo agradece a su profesora de actuación, Antonieta Mercury, la primera mujer que le hizo perder la cabeza. Le dijo que en esta carrera nunca terminaría de aprender y para él así ha sido hasta el momento. Luis Fernando Montoya me sorprendió con su historia de vida. En su juventud conoció los placeres de la fama, aquellos gustos que se mezclaron con el alcohol, las mujeres, los lujos y, por qué no, las drogas. Todos estos "demonios", como él los llama, se han convertido en la piedra en el zapato con la que ha tenido que convivir hasta hoy. Pero más allá de los errores de su pasado, se encuentra un ser muy interesante, que cuando deja salir su voz aguda y sonora cualquier piel puede erizarse. Viene de una familia de paisas, es el noveno de un hogar numeroso y a pesar de vivir hace muchos años en Bogotá, todavía le queda bastante de su tierra y de sus costumbres pereiranas. Vive en La Calera. Allí, en medio de la montaña y el frío de la sabana, pasa sus días rodeado de animales, de la naturaleza y de sus 'maticas'. En este mismo lugar comparte la mayor parte de su tiempo libre con sus dos hijas, Manuela y Rossana, cuando ellas lo visitan.Me encontré con un hombre tranquilo. Habló todo el tiempo en forma pausada... no dejó de mover las manos y parecía estar nervioso. Pero no. Todo lo contrario, dejó fluir su historia y contó por ejemplo que añora los años en los que interpretaba a sus personajes del teatro clásico y revolucionario.Sobre su mesita de noche siempre tiene varios libros, como Don Quijote de la Mancha y Las mil y una noches; los lee para volver a la esencia y a la raíz de las buenas historias que dejan volar la imaginación. Tiene novia, se llama Andrea Montenegro, cubana; también es actriz y se conocieron en medio de las grabaciones de la telenovela El Zorro. En sus propias palabras, hoy en día agradece todo lo que tiene y lo que pudo recuperar luego de salir de la cárcel de Miami, donde pasó 36 meses en prisión. Es un hombre nuevo. La vida le dio una segunda oportunidad. A sus 50 años, y con una carrera tan exitosa, llega Gonzalo Hincapié (refiriéndose a su personaje en Cómplices, del canal Caracol). ¿Lo regresa con fuerza a la TV colombiana?Es un personaje de los que tú ves por la calle y le descubres una cantidad de problemas y, de pronto, le toca hacer algo muy arriesgado para sobrevivir. ¿Y ustedes son parecidos?¡¡Claro!! (Risas). Yo vivo saltando matones. Lo bonito es que resuelve con inteligencia, supera los obstáculos con cierta naturaleza colombiana, como la gente alegre que supera las dificultades. Se han oído rumores de que no se lleva bien con el elenco...El elenco es divino, parece que el reparto lo hubiera hecho yo, todos tan apropiados de su papel. Los chismes ya no me mortifican.Sé que tengo la conciencia tranquila, la gente que me conoce sabe de mi esfuerzo y de mi disciplina y como estoy cumpliendo con los demás, que hablen o no, me tiene sin cuidado.¿Usted extraña su época del TPB, de Jorge Emilio Salazar o Diego Álvarez?Fue doloroso perder esos amigos tan jóvenes, que tenían mucho que ofrecer. Siempre me van a hacer falta. Pero recordar ahora me da una nostalgia chévere, porque fue una etapa bonita del teatro. Ahora hace falta la formación, un grupo como el TPB.¿De esa época salió su fama de rumbero y fue galán en su época...?Yo no he sido muy galán. He tenido papeles de carácter, mezcladitos con los de galán. Pero mi interés siempre han sido los personajes de carácter... ¿Qué le quedó de rumbero?Siempre hay un aprendizaje. El carnaval y la fiesta a veces aportan o dejan libre al demonio para que uno lo conozca. Creo que logré vencer el encuentro con los demonios. ¿Cuáles eran esos demonios?La pasión por las mujeres, el dinero, los barcos, la champaña, el lujo, todo lo que el demonio puede ofrecer. Pero yo no tuve nada nunca. Son ilusiones que te pinta el demonio.Y ahora, ¿cómo es usted?Yo me gané una reputación de bohemio y de loco con la que todavía estoy luchando. Y eso me quitó muchas oportunidades. La rumba fue una etapa de mi vida que ya pasó, ahora estoy más dedicado a alimentarme espiritualmente, de la naturaleza, a tener disciplina, me intereso más por la lectura, por mis hijas. ¿Cómo es de papá?Tenemos una comunicación muy bonita, sobre todo ahora que son más grandes. La mayor está aprendiendo cine. Estudió antropología, se fue a Cuba; siempre le ha gustado lo mío, tenemos muchos proyectos juntos. Y la menor, que es muy consentida, aún está en el colegio.¿Se critica algo como padre?Ya no tanto. En una época, sí, porque no tuve tiempo para ellas. En mi juventud, fui un poco díscolo. Ya me queda espacio para dedicarles. Salimos a caminar, al parque, ahora que vivo en La Calera nos entretenemos mucho. Leemos y vemos películas. ¿Cómo afrontó con ellas todo lo que le sucedió en Miami (cuando fue arrestado por llevar droga a E.U.)?Mis hijas... El hecho de que me visitaran, para mí era grandioso, me dieron el valor con estoicismo. Me exigió un poco de fortaleza. Mientras estuve allá, pensé que lo había perdido todo, porque pasaban los días y pensaba 'ya me olvidaron, ya no soy nadie'.Todo es una incertidumbre; sentí pánico. Y con todo eso que vivió, ¿no ha pensado escribir un libro?Todo el tiempo surgió la idea, es algo que tengo en un caldero, se está cocinando. Bueno, ya es un hombre nuevo con un amor nuevo, ¿está enamorado de su novia, Andrea Montenegro?Ahí seguimos. Pero parece que eso termina, porque ella no ha podido conseguir trabajo, no se ha podido ubicar y parece que terminará; pero yo sigo enamorado. Es supercariñosa, bella, muy especial. Yo la adoro. ¿Cómo es la relación?Ha habido mucha pasión. Perdí la cabeza como un adolescente; sentir eso da ganas de vivir. Me he sentido aliviado de todo. ¿Hay matrimonio?No está a la vista. Pero no quiero que se vaya. Este fue el elegido de Paola España, periodista del programa 'Al Rojo Vivo' de telemundo, Colombia.